Reseña a "Esa Mujer"

Hola a todoos!, Cómo están???? Espero que muy bien

Hoy les traigo la reseña de un cuento muy interesante que trabajamos en la clase de Lengua y Literatura sobre Evita Perón. La verdad es que no quiero contarles mucho para que se entretengan con esta reseña tan linda sobre este cuento.

En lo personal es un cuento bastante fácil de leer y que con su trama policial, de suspenso y demás te va atrapando en su historia. Tiene mucho diálogo así que esto lo hace agradable para leer en mi punto de vista y sinceramente se los recomiendo mucho!!.



"Esa mujer", de Rodolfo Walsh




Cuento antológico, así, no sólo por la importancia del motivo — el hurto y ocultamiento del cadáver de Eva Perón— sino por la maestría del narrar.

Únicamente en manos de un escritor de esa talla, un relato puede alcanzar tal grandeza, cualquiera sea la dimensión del asunto. Reúne los componentes del policial, del de intriga y suspense, del emotivo y social, del político.

Reúne los caracteres del género testimonial, de denuncia y el del reportaje supuestamente objetivo. Parece una concentración de todas las vertientes literarias y productivas de Walsh, que vienen de lejos y van más allá del solamente consagrarlo como periodista comprometido —que, claro, lo fue—, militante crítico y lúcido —que también lo fue—, pertinaz e indoblegable —que quién puede negar que lo fue.

Y condensa el trabajo de un escritor, como lo subraya el propio Walsh: “El cuento titulado «Esa mujer» se refiere, desde luego, a un episodio histórico que todos en la Argentina recuerdan. La conversación que reproduce es, en lo esencial, verdadera./…/Comencé a escribir «Esa mujer» en 1961, la terminé en 1964, pero no tardé tres años, sino dos días: un día de 1961, un día de 1964. No he descubierto las leyes que hacen que ciertos temas se resistan durante lustros enteros a muchos cambios de enfoque y de técnica, mientras que otros se escriben casi solos.”

¿A quién le habla el título: al coronel, a un lector anónimo y desconocido, a un lector interior? ¿Y por qué el distante “esa” y no “esta” o “aquélla”, tal vez más poético? ¿Por el matiz algo peyorativo de “esa”? ¿Qué guiño nos hace el escritor?

El título, por otra parte, está anticipando lo que será casi genético en el relato, algo muy cercano a la figura retórica de la elusión: no se nombra al personaje que es central en esta historia; por miedo, superstición u odio nadie se anima “a tenerla en boca”, su nombre no aparece jamás en el texto; ni Eva, ni Perón, ni Duarte, ni Evita: completamente eludido, ausente.

Un periodista investiga el itinerario de aquel cuerpo, especialmente en el tiempo que va desde el golpe del 55 hasta su destino en un cementerio religioso italiano.

Y lo hace entrevistando a quien de toda evidencia fue uno de sus últimos captores o encomendados del mismo: “Día por medio llueve en un jardín donde todo se pudre, las rosas, el pino, el cinturón franciscano./…/¡La enterré parada, como Facundo, porque era un macho!”.

El diálogo es así de tenso, huidizo, sobrentendido, y el entrevistado se muestra narcisista, delirante, cambiante, culposo pero no del todo, ya que se dice portador y salvador de un símbolo, de un mensaje histórico. Real o fingido, el diálogo no puede ser más literario y hasta cinematográfico: hay luces plateadas que se reflejan en ese décimo piso, hay titubeos de la escena, alcohol de por medio, ironías y desconciertos del entrevistador; la historia misma, con toda su contundencia, parece deshacerse entre los dedos. Y hay más de una emblemática y ambigua revelación, para los personajes y para el lector.

A mediados de los sesentas, uno de los mayores críticos literarios que dio América latina, el uruguayo Ángel Rama, saludaba la existencia entre nosotros de un potente y original escritor, Rodolfo Walsh.

En el célebre semanario Marcha, en nota cuyo título podría signar vida y obra del autor (“Walsh en el tiempo del desprecio”), destacaba los orígenes literarios de su conciencia crítica.

Porque se trató siempre de una inteligencia finísima y de un lector perspicaz, y se ven en sus textos trazas de tales lecturas. Tempranamente pensó sobre ellas: “Dos mil quinientos años de literatura policial” (La Nación, 14/2/1954), “¡Vuelve Sherlock Holmes!”, “El genio del anónimo” y “Un estremecimiento, por favor” (Leoplán: 20/5/1953, 3/2/1954 y 18/5/1955). En el primero, aparecen mencionadas Las Mil y Una Noches, la Gesta Romanorum, el Roman de Renard, los Canterbury Tales, elDecameron, el Popol Vuh, el Zadig...

Así pues, entre las numerosas enseñanzas que nos dejó Rodolfo Walsh quizás se pueda rescatar ésta: para llegar a la defensa y apoyo de las más nobles causas humanas hay muchos caminos. El de la frecuentación de la gran literatura sería uno de ellos, y no el peor.

-El Mundo de Galfre

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